Fue fundada bajo el reinado de Carlos III por real orden suya de 20 de agosto de 1767 que mandaba al virrey del Perú, don Manuel de Amat y Junyent, fortificar el extremo norte de la isla de Chiloé, y en su cumplimiento instruyó al brigadier don Carlos de Beranger y Renaud para que levantara un fuerte y villa en el extremo norte occidental de la isla de Chiloé, como antemural defensivo de la navegación por el extremo sur de la América, frente a las amenazas inglesas.
En virtud de las órdenes anteriores y de las Instrucciones que se dieron a Beranger, nombrado también gobernador de Chiloé, fundó la Villa y Fuerte Real de San Carlos de Chiloé en el año de 1768, para lo cual trasladó a la nueva población a los habitantes de Chacao y desde ese momento la nueva villa se convirtió en la sede del gobernador y en el principal puerto de la Isla, como Antemural de la América española en sus posesiones australes, iniciándose una incesante política de fortificaciones de la bahía, mediante la instalación de baterías artilladas que constituyeron un importante complejo defensivo, que tuvo en el castillo de San Miguel Agüi a su principal fortaleza. A partir de 1784 la villa de San Carlos fue la sede de la Intendencia de Chiloé, erigida en aquel año, dependiente del virreinato del Perú, cuyo primer titular fue Francisco Hurtado del Pino.
Iniciadas las alteraciones derivadas del juntismo en el Reino de Chile, Chiloé se mantuvo fiel a la Corona y así, por orden del virrey Abascal, desembarcó en la villa y Fuerte Real de San Carlos de Chiloé en el año 1813 el brigadier don Antonio Pareja con el encargo de formar una expedición para restaurar el poder real en el reino de Chile. Formado este ejército en Chiloé salió desde la villa y Fuerte Real de San Carlos hacia Valdivia y desde allí inició los combates contra los independentistas del reino de Chile, que culminaron con la derrota de estos en en llamado Desastre de Rancagua y la posterior entrada victoriosa de los chilotes en la ciudad de Santiago el 5 de octubre de 1814.
Producida la independencia de Chile, continuó Chiloé fiel a la monarquía y bajo el gobernador don Antonio de Quintanilla, desde la villa y Fuerte Real de San Carlos se organizó la defensa de Chiloé frente al ataque de Lord Cochrane, que fue derrotado al intentar asaltar el castillo de San Miguel de Ahui 1820. Años más tarde la expedición dirigida por Ramón Freire sería derrotada en la batalla de Mocopulli (1 de abril de 1824) y sólo dos años después las tropas chilenas vencerían la resistencia chilota en los campos de Pudeto y Bellavista (14 de enero de 1826), tras lo cual se convino el Tratado de Tantauco, que selló la anexión de Chiloé a la república de Chile.
Anexado Chiloé a la República de Chile, asumió como gobernador el coronel José Santiago de Aldunate (1826) quien pocos meses después fue apresado en la villa de San Carlos de Chiloé por el sargento mayor Manuel Fuentes, quien hizo reunir una asamblea el 12 de mayo de 1826 y declaró a Chiloé libre de las otras provincias de Chile, pero este movimiento fue sofocado el 19 de julio de ese mismo año.
Sólo años más tarde, en virtud de la ley del 4 de julio de 1834 (El proyecto fue presentado el 14 de agosto de 1832 por las autoridades y vecinos de la ciudad) se cambió el nombre a la villa de San Carlos de Chiloé por el de Ancud, dándosele el título de ciudad y declarándola capital de la provincia de Chiloé y en ese mismo año, el 28 de junio de 1834 arribaba a Ancud la expedición científica de Charles Darwin. Seis años después, el papa Gregorio XVI, en virtud de la bula Ubi primum, de 1 de julio de 1840, erigió la diócesis de San Carlos de Ancud situando la silla episcopal en la ciudad de Ancud, cuyo primer obispo titular fue el dominico Justo Donoso Vivanco, importante canonista, más tarde obispo de la Serena y ministro de justicia, culto e instrucción pública.
Durante el siglo XIX la ahora ciudad de Ancud se caracterizó por una activa vida comercial, como consecuencia de un intenso comercio marítimo, que comenzó a decaer cuando se produjo la apertura del canal de Panamá. En los primeros años del siglo XX se estableció en las cercanías de la ciudad de Ancud una importante colonia de pobladores, especialmente, alemanes, que dieron un nuevo impulso al comercio, agricultura, ganadería y educación, sin perjuicio de lo cual la llegada del ferrocarril a Puerto Montt en 1912 marcó un momento de crisis para la actividad comercial de Ancud, que comenzó un lento decaimiento.
La educación en Ancud recibió un fuerte impulso durante el siglo XIX con la fundación del Seminario Conciliar de Ancud el 13 de abril de 1845, bajo el episcopado de monseñor Justo Donoso, y luego con la fundación del “Liceo de Ancud” el 11 de octubre de 1868 y poco tiempo después con la llegada a la ciudad de las religiosas de la Congregación de la Inmaculada Concepción el 3 de noviembre de 1874.
Al implantarse la regionalización (1982) Ancud dejó de ser la capital de la provincia de Chiloé, aunque para efectos judiciales su Juzgado de Letras tiene rango de Juzgado de capital de provincia.
Bibliografía:
Salvador E. Angulo E, “La artillería y los artilleros en Chile. Valdivia y Chiloé como antemural del Pacífico”, en Militaria. Revista de Cultura Militar, 10, Madrid, 1997, pp. 237-265. [1]
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