Fue el Estado chileno (indirectamente, a través de concesiones) quien propició la colonización inicial en la zona. Teodoro Freudenburg, personaje de quien se desconocen mayores antecedentes, obtuvo mediante decretos de 1903 y 1904 una concesión de los terrenos ubicados en el valle del río Bravo y en el lago San Martín (O’Higgins) con el compromiso de introducir 20 familias en calidad de colonos e instalar una línea de navegación entre el estuario del río Pascua y Punta Arenas. Se ignora la época precisa en la que la explotación tuvo inicio, pero podría situársela hacia 1910. Los trabajos permitieron ocupar el valle del río Mayer con diversas mejoras (casas, corrales, cercos), como para mantener unos 6.000 lanares.
No obstante la concesión a Freudenburg, la colonización libre, sin apoyo estatal, se inició paralelamente en las riberas del lago San Martín como natural derivación de la corriente colonizadora de los campos pre andinos y andinos argentinos durante las primeras décadas del siglo XX.
El periodo de colonización comenzó en los años 1914 – 1918, con la llegada de una oleada de ingleses, quienes se convirtieron de esta manera en los primeros habitantes de la zona. Dos años mas tarde, en 1920 fueron llegando, a su vez colonos chilenos, los cuales darán origen a la toponimia y a la organización de los asentamientos en los alrededores del hoy denominado pueblo de Villa O’Higgins. Se iniciaron la explotación ganadera y forestal como actividades de sustento y económicas. El recurso forestal se presentaba potencialmente atractivo de explotar. Es posible, por tanto inferir que la llegada de los ingleses se haya debido al atractivo comercio de la madera a través de argentina.
Entre estos colonos chilenos estaban Manuel Saavedra (Isla Central), Nolasco Bahamondez (Península La Florida Norte), Ismael Sepúlveda (Laguna del Desierto), Luis Mancilla (Ventisquero Chico), Juan Barrientos (Península La Florida Sur), Candelario Mansilla (Río Obstáculo) y José María Rivera (Brazo Poniente), en el lago O’Higgins. Por su parte, la costa norte del lago y el valle del río Mayer fueron ocupadas luego de caducar la concesión del Freudenburg. Allí se establecieron Balsindo Vázquez (El Azul y Lago Claro, en 1919), Pedro Vargas (Lago Christie, en 1919), Bartolo Ruiz (El Bagual, hacia 1921), Pedro Rivera Velázquez (Desembocadura del valle del río Mayer, en 1931), Bernardo Otey (Entrada Mayer, en 1931), entre otros.
En los años 30 y 40 se produjo un poblamiento del sector de Lago O’Higgins por parte de los colonos que ascendieron por la rivera del río Pascua. Dichos colonos se dedicaron a la ganadería bovina y ovina, sin requerir mayor apoyo de obras de infraestructura para su subsistencia: el ganado era arriado hacia la costa y la lana era transportada a lomo de caballo, lográndose la venta en condiciones aceptables de rentabilidad. El Lago O’Higgins serbia de medio de transporte local.
Aproximadamente en la misma época se produjo la colonización de las riveras del río Mayer, a lo largo de la mayor parte de su trayecto entre la frontera con Argentina y su desembocadura en el Lago O’Higgins. Dadas las condiciones climáticas imperantes en su cuenca, se desarrolló un mínimo de agricultura además de ganadería. El caballo constituyo el medio de transporte habitual para personas en insumos.
La accesibilidad sólo era posible a través del Lago San Martín, perteneciente al territorio Argentino, por lo cual el abastecimiento se hacia desde el país vecino. Esta realidad perdurará hasta la llegada de la aviación comercial, sin embargo, ésta se encontraba supeditada a las condiciones climáticas. La conexión terrestre con el país se efectuaba a través de una única ruta, la antigua huella de las tropillas, que conectaba en 5 a 7 días de cabalgata con el pueblo de Cochrane. Sin embargo, el aislamiento propiamente tal con el resto del país perdurará hasta que en el año 1999, se termina el tramo de la Carretera Austral, que la conecta con el resto de la región.
Es muy importante la relación que realiza el ingeniero agrónomo chileno Arturo Fernández, primer funcionario oficial chileno quien constató el resultado del esfuerzo de los colonos en 1933: 33 explotaciones, ocupando cerca de 150.000 hectáreas de campos en extremo difíciles. En esas explotaciones habitaban entonces 92 personas y se mantenía una dotación de 2.287 animales vacunos, 10.280 lanares y 1160 caballares. Los enseres y víveres los adquirían en Argentina para lo cual la mayoría debía navegar forzosamente el lago. De los 22 colonos del sector propiamente lacustre, 7 disponían de embarcaciones y quien no las poseía usaba de la buena voluntad o arrendaba la de algún vecino.
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